domingo, 2 de octubre de 2011

Geopolítica de Estados Unidos en Asia Central


Estados Unidos se encuentra en crisis económica desde el 2008 y ello ha llevado al hegemón a reforzar su seguridad interna y externa debido a la gran cantidad de antipatías que se ha ganado por el mundo entero. El vacío geopolítico que dejó la Unión Soviética por la región de Asia Central ha generado la aparición de una serie de naciones débiles que ha despertado el interés de volver a tomar las riendas del destino de esta región a la Federación Rusa y por otro lado, la República Popular China que cada ves más adquiere un papel protagónico en la región debido a su crecimiento económico.

            Esta región siempre ha sido una zona conflictiva y disputada desde sus inicios, basta recordar las guerras de Gengis Kan, el Imperio Mogol, luego la llegada de los británicos, la expansión rusa hacia Asia Central, y luego la disputa entre Estados Unidos y la Unión Soviética por el control de la zona, en este último tramo de 40 años Asia Central estuvo bajo la influencia soviética (Nerhu en India, Irán, Siria) y Asia Pacífico estuvo bajo la influencia estadounidense (Japón, Indonesia, Tailandia).

            Estados Unidos declaró que la caída de la cortina de hierro no debe de ser sustituida por un velo de indiferencia y adoptó un discurso propio del pensamiento de la escuela realista del pensamiento político la cual considera que Rusia y Alemania son dos potencias depredadoras a las cuales hay que hacerles un constante seguimiento por el gran poder que ambas juntas podrían tener[1]. George W. Bush en el 2002 declaraba:

“Somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho de actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética, podemos atacar a quien consideremos una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una competencia militar”. (Longo, 2004)”

Con ello Estados Unidos dejaba en claro que tenía derecho de actuar en todo el mundo y la posibilidad de atacar a los posibles enemigos de la seguridad estadounidense, lo que equivale a que pueden pasar por encima de la soberanía de los pueblos excluir política y económicamente a la nación que se les oponga, defender los intereses de las transnacionales, eliminar las leyes internas que impida la explotación de los mismos, liberar aún más los mercados, la recolonización de nuestros conocimientos, de nuestros saberes, de nuestras culturas; despojo de nuestra propiedad intelectual y de la memoria ancestral que poseemos como pueblos[2].

Para cumplir todos sus cometidos, Estados Unidos cuenta con una fuerza superior de dos millones de efectivos, esparcido en los cinco continentes, son los que poseen el mejor y más sofisticado equipamiento, la óptima tecnología, el mejor entrenamiento y por si fuera poco sus soldados, son profesionales y tiene los mejores salarios del planeta. Se necesita sumarse cinco fuerzas armadas de las más potentes del mundo para igualar el poder militar estadounidense, un hecho sin precedente desde Roma en donde su ejército equivalía a los 40 ejércitos más fuertes de las naciones entonces conocidas.[3]

Estados Unidos cuenta con 4500 bases militares dentro de su territorio y 823 fuera de ella: 21 en América (6 en Colombia), 513 en Europa, 36 en Asia Central, 248 en Asia Pacífico y 5 en África, en una extensión que ocupa más de 2.5 millones de hectáreas en los cinco continentes. Aparte de lo mencionado, cuenta con 106 bases militares instaladas desde el 2005 en Irak y Afganistán y otras más que se están construyendo en Israel, Qatar, Kirguistán, Uzbekistán, y las 20 bases militares que tiene de manera compartida con el ejército de Turquía[4].

El Comando Central de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para Asia Central y África (llamada USCENTCOM) tiene jurisdicción desde Kazajstán, Afganistán, Pakistán, Irán, Irak, la Península Arábiga hasta la parte noreste de África, Egipto, Sudán, Etiopía, Somalia y Kenia. EL USPACOM es el Comando destinado para Asia Pacífico y su jurisdicción abarca desde India, China, Japón, Australia y Nueva Zelanda, y es este el comando que más preocupa a la seguridad China, por la gran cantidad de recursos que Estados Unidos le dedica a este comando ya que tiene el apoyo de la III y IV Flota Naval[5].

El potencial que esas flotas navales despliegan es impresionante. No sólo en términos de armamentos nucleares y tecnología, sino en todo el dispositivo que lograr desplazar sobre el mar. Cada flota naval tiene 120 aviones de guerra, 60 tanques, 3 submarinos nucleares y 12 navíos de escolta. Lo más sorprendente es su capacidad de bombardeo. Se sabe que cualquier punto de la tierra puede ser atacado por un avión estadounidense en menos de 90 minutos, despegando de un portaviones que son los buques insignia de las flotas navales. Un ataque de esa naturaleza, ordenado por el presidente de Estados Unidos, podría ocurrir sin que una aeronave supersónica necesitara aterrizar en tierra o reabastecerse. Levanta el vuelo, ataca y regresa a la base en el portaviones nuclear[6]. (Negra, 2008)
Sin embargo, Estados Unidos asegura que se dispuso reactivar la IV Flota Naval para dar respuesta a desastres naturales; realizar operaciones humanitarias y de asistencia médica; combatir el narcotráfico; y cooperar en temas ambientales y en tecnología. Estados Unidos negó que la flota incluya un portaviones, aunque sí admite que el George Washington podría “pasar” por la región y unirse eventualmente a la IV Flota y agrega, la formación “no tiene capacidad ofensiva, ni portaviones, ni barcos de guerra. Su buque más grande es un hospital”. Si toda esta información no es suficiente para determinar el poderío militar de Estados Unidos y la militarización de la zona, cuenta además con el NORAD (Comando Norteamericano de Defensa del Espacio Aéreo) que en este año cumple 50 años de existencia; y no entra en este análisis la fuerza aérea pero que apoya de manera directa a la IV Flota Naval.

El término de la Guerra Fría y la expansión militar de la OTAN nos aboca al estudio sistémico de las interacciones económicas y políticas internacionales y regionales más recientes, y de las transformaciones globales que desde finales del siglo XX se perciben en la articulación geoeconómica y geopolítica del capital. Presenciamos manifestaciones claras de antagonismo del sistema global de interacciones económicas, políticas y estratégicas en un contexto deteriorado de polarización global, derivada de una masiva e irracional redistribución regresiva de la riqueza, del colapso ambiental y del agotamiento de los recursos estratégicos, no sólo de los combustible fósiles y minerales del planeta, sino también de los bióticos, del agua y de la biósfera requerida para el sostenimiento de la vida[7].

El reacomodo geopolítico de la región aún no ha terminado de darse, China ante esta ola de crecimiento bélico de los Estados Unidos, ha venido aumentando constantemente su poderío militar, que incluye la construcción de su primer Portaavión para el resguardo de sus aguas territoriales y la innovación en tecnología bélica para la mejora de su potencialidad como ejército. Estados Unidos y su visión unipolar han entrado en crisis mundial y producto de esto, cada vez más será más frecuente los roces con las potencias emergentes como China y Rusia lo que debe de ser manejado con hilos finos por la diplomacia, porque de lo contrario los fantasmas de la guerra fría vuelven a asechar tales como una posible guerra mundial que significaría el fin de la raza humana, pero ya no por una cuestión de luchas ideológicas, si no por una cuestión de supremacía mundial.